martes, 20 de julio de 2010

Para la luna amada...
Ahora estás frente a mí,
tendida, callada, cautiva;
expectante frente a mí.
Interrogante, frágil como te sé,
fuerte como la vida,
cálida y fija me miras,
me escuchas.
Te hablo, te miro,
me hablas,
nos miramos.

Nos miramos y nos vemos uno al otro,
y nos vemos en los ojos los que somos;
no hay silencio en el silencio de nosotros,
sin hablar, nos encontramos poco a poco
con las voces que callamos, que apagamos en el fondo.

Ahora estás frente a mí,
tus labios se separan como para hablar,
pero no hay nada que decir,
las palabras que decimos, las sabemos al mirarnos
y al mirarnos nos sabemos, nos decimos, conocemos
y no hay nada más que decir...

Después de tanto, tan distantes,
tan cercanos, tan latentes,
tan lejanos.
Tan distintos, tan extraños,
tan los mismos,
transparentes...
Nos cuesta tanto evitarnos.

Ahora estás frente a mí,
pero no basta,
algo en tí me grita que vaya,
que te atrape,
tu mirada llama.

Algo en tí me exige escucharla,
acercarte, descubrirte,
me invitas a perderme
en el atardecer de tu espalda.
Como nunca, como siempre,
cada vez es distinto el sabor de tu alma.

Ahora estás frente a mí
y en todos lados de mí
y en todos lados de tí, estoy,
mi amada.

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